lunes, noviembre 19, 2007

Marc Ford, una odisea en Guadalajara

Ir dos veces a Guadalajara en la misma semana no es algo que ocurra muy comúnmente en mi vida social, pero la verdad es que últimamente se lo está mereciendo.
Y es que el viernes 9 el señor Marc Ford tuvo la delicadeza de hacer una visita a la humilde sala Óxido de la ciudad anteriormente citada, para demostrarnos que todavía está en buena forma.


La cosa empezó algo más tarde de lo previsto debido a que antes había un par de muchachos haciendo una VDJ session, que viene a ser poner vídeo-clips de variopintos grupos uno detrás de otro con más o menos gracia.

Tras una buena tanda de clásicos y una hora más tarde de lo prometido, salía a escena Marc Ford con su banda (incluido su hijo a la guitarra) apuntando muy buenas maneras. Lástima que cuando la cosa se empezaba a poner interesante, misteriosamente su guitarra dejó de sonar. Y digo misteriosamente, porque con el jaleo de pedaleras, cables y demás allí no había Dios que supiera arreglar el entuerto. Cabe destacar también la pachorra del pipa/asistente técnico a la hora de buscarle un cable o la solución al bueno de Marc, que al final acabó cantando sin saber muy bien qué hacer con las manos, ya que ponerlas en la guitarra no servía de mucho.
Eso sí, su hijo aprovechó para lucirse, aprovechando que su padre las pasaba canutas en medio de la canción... ¡estos chicos!

Visto que no había manera de apañar esa guitarra, cambió de modelo y de tapa y consiguió encauzar lo mejor que pudo el concierto, aunque muy pendiente del sonido en todo momento. Nos soltó estupendos temas de su último disco, así como otros clásicos de su carrera en solitario y supo sobreponerse a que el equipo de sonido parecía estar completamente en su contra esa noche.

El concierto fenómeno, a pesar de que el hombre casi no se relajó hasta el final y el ambiente era algo frío (los 4 gatos que estábamos tampoco conseguíamos hacer mucho ruido). Sin embargo hubo anécdotas impagables como el jebi melenudo cincuentón de primera fila que sufría una especie de ataque epiléptico mientras recibía en su cabeza no se sabe muy bien qué, ya que el ritmo que llevaba era ajeno completamente al de la banda de Ford. Carne de Youtube, lástima que nadie lo haya subido.

Detrás de Ford, salió Salvador Domínguez a hacer una demostración de guitarra, pero el cansancio pudo con nosotros y ahí le dejamos entre el público y dándole a las 6 cuerdas.
Otro concierto más, pero no el último! Y es que al día siguiente había otro pero... otro día os lo cuento!

martes, noviembre 13, 2007

Los Últimos Días...

El pasado miércoles, tal y como me informó Christian, se emitía en el Teatro Moderno de Guadalajara, la película de Gus Van Sant inspirada en los últimos días de la vida de Kurt Cobain, Last Days. La tercera y última de la trilogía comenzada por este director con Gerry y Elephant. Y ahora yo os cuento que me pareció...

Sin palabras.

Bueno, quizá algunas.

Surrealista.

Inexplicable.

Desconcertante.

No asimilable por mentes mundanas como la mía, al parecer.

Cartel Last Days


Blake es una estrella de rock retirada en su mansión en medio del campo, con unos cuantos...¿amigos?, y que vive presionado por (suponemos) las exigencias de su fama, y atormentado por el abandono de su mujer y su hijo/a del domicilio y por otra serie de cosas que no quedan muy claras.
Siendo breves, la película es un paseo por diversos personajes que no se sabe muy bien de dónde han salido y por qué son así, salvo quizá por el consumo de demasiadas pástillas, cocaína u otras sustancias estupefacientes. Las situaciones que estos personajes viven son la mayor parte del tiempo inverosímiles y cuando tienen algo de coherentes te das cuenta de que no entiendes por qué pasa eso en ese determinado momento. Todo ello se adereza con unos cuantos planos fijos de varios minutos, y sonidos que no corresponden en absoluto con la escena que estás viendo.

Lo mejor son dos de las canciones (al menos las que he podido identificar como tal) que aparecen en la película: un tema acústico que toca Blake en el salón (después de comerse un par de cucharadas de unos macarrones con "queso" y leche fría que se ha preparado hace un momento y que dan un poco de grimilla) que se titula Death to Birth y la canción de Velvet Underground que suena en el salón mientras están sus compis de pedo, que se titula Venus in Furs.

Lo peor creo que fue tener que tragarnos el horrible video-clip de los Boyz II Men que está viendo (o algo) Blake en la televisión en un momento dado.

En definitiva, creo que fue una experiencia interesante, pero yo personalmente prefiero el cine un poquito más convencional. No la dejéis pasar, es una fuente inagotable de comentarios para después...