Érase una vez un cuervo, que no sabía el porqué de serlo. Pensaba que el negro no era un bonito color; que el mundo estaba lleno de colores más alegres y que el que lucía su plumaje daba miedo y transmitía tristeza y desconfiaza.
Así que decidió averiguar el motivo de que los cuervos fuesen negros y no de otro color. Voló lejos y vio bonitas aves de muchos colores y sintió envidia. Sintió envidia de sus bonitas plumas; de sus brillantes picos y sus majestuosas alas. Y volvió a preguntarse por qué no podía él ser así.
Un cuervo que pasaba cerca suyo le preguntó por su afligido gesto. Y el desdichado pájaro le contestó con otra pregunta:
-¿Por qué somos de color negro los cuervos?
El otro cuervo pensó un momento y finalmente contestó:
- No lo sé, pero, ¿qué más da que seamos así?
- El negro no es un bonito color- replicó nuestro entristecido cuervo.
- El negro es el color del azabache, de la pizarra, de los bellos ojos de una mujer india, de las misteriosas profundidades del mar, de la piel de algunos hombres, del carbón que les da calor, de la tinta que emplean para que perdure su lenguaje, y entre ellos es un símbolo de la elegancia y lo respetable.
El negro nos hace lo que somos, deja de estar triste por no ser de otro color y alégrate porque eres diferente de otras aves y no pasas desapercibido entre ellas.
1 comentario:
Bonito cuento y bonita enseñanza :)
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