Pardiez, qué ciudad. Sus calles, tan distintas de las de uno aunque al mismo tiempo tan parecidas. Su gente. Sus "como tús" que ya quisieras, maja. Piensas y piensas, sólo para darte cuenta de lo que ya sabías y querías olvidar, y querían hacerte olvidar y casi lo consiguen; pero es que la realidad te ha pegado en toda la cara, te ha dicho "déjate de tonterías, AntoñitaLaFantástica™". Y claro, a claudicar toca.
Qué bonito skyline. Si fueras uniendo las cimas, los puntos, tendrías una gráfica de cómo se siente uno caminando por aquí. Up, down, uptown, downtown. O quizá la montaña rusa en la que piensa que andas subida tu estómago, cuando ves que ve lo que tú ves con otros ojos. Y qué ojos. Y los tuyos al suelo, que no se salen de las cuencas navegando y ruedan por el suelo de milagro. ¡Qué desastre!
6254 kilómetros no cambian nada, nena. Amplifican, subrayan, ponen de manifiesto. Pero eso ya estaba. Disfruta de Toronto y calla, gilipollas.
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