Siempre sabéis lo que pienso, aunque en la vida os habéis dignado a hablar conmigo de nada. Decís que soy una persona con la que no se puede convivir, pero vosotros me habéis enseñado vuestra manera de hacerlo. Decís que siempre os oculto cosas, que lo que digo es teatro e impostura, y yo me cortaría un brazo para conseguir que creyeráis en lo que digo, que me dieséis un voto de confianza.
Decís que no se quién soy y que no tengo la autoestima baja, sino que no tengo personalidad. Y lo que no tengo es fuerzas para seguir con esto. Quizá tenéis razón y no puedo estar con nadie, tengo que vivir sola y volverme loca del todo, porque parece que es a lo que estoy destinada. Al fracaso, a no conseguir nunca nada, a no hacer las cosas bien, a siempre poder hacerlas mejor, es decir, a hacerlas como vosotros creéis que tengo que hacerlas.
No puedo, de verdad que no. No tengo fuerzas. Ya no tengo ilusiones, porque en cuanto crecen sabéis como encontrarlas y pisotearlas. Y no os dáis cuenta que os quiero infinito y que por eso me duele tantísimo toda esa mierda en la que se está convirtiendo compartir mi tiempo con vosotros. Nunca me habéis valorado y no lo váis a hacer nunca, pero es algo a lo que cuesta acostumbrarse.
Yo no soy perfecta ni mucho menos, hago las cosas mal, como todo el mundo, puede que incluso más. Y lo que más me duele es que vosotros seáis los únicos que no me las paséis.
Porque lo que vosotros penséis de mi me ha importado siempre.
Siempre, ¿sabéis?
Decís que no se quién soy y que no tengo la autoestima baja, sino que no tengo personalidad. Y lo que no tengo es fuerzas para seguir con esto. Quizá tenéis razón y no puedo estar con nadie, tengo que vivir sola y volverme loca del todo, porque parece que es a lo que estoy destinada. Al fracaso, a no conseguir nunca nada, a no hacer las cosas bien, a siempre poder hacerlas mejor, es decir, a hacerlas como vosotros creéis que tengo que hacerlas.
No puedo, de verdad que no. No tengo fuerzas. Ya no tengo ilusiones, porque en cuanto crecen sabéis como encontrarlas y pisotearlas. Y no os dáis cuenta que os quiero infinito y que por eso me duele tantísimo toda esa mierda en la que se está convirtiendo compartir mi tiempo con vosotros. Nunca me habéis valorado y no lo váis a hacer nunca, pero es algo a lo que cuesta acostumbrarse.
Yo no soy perfecta ni mucho menos, hago las cosas mal, como todo el mundo, puede que incluso más. Y lo que más me duele es que vosotros seáis los únicos que no me las paséis.
Porque lo que vosotros penséis de mi me ha importado siempre.
Siempre, ¿sabéis?
